La columna vertebral tiene tres curvas naturales. La curva cervical está en el cuello. Conforma la parte superior de la columna vertebral. Esta parte también es conocida como columna cervical. Aquí encontrará información sobre las partes de la columna cervical y los discos dañados. Este último es un problema común que puede afectar la columna cervical. La mayoría de las personas no necesitan someterse a una cirugía por esto.
Una columna cervical sana
La columna vertebral está compuesta por las siguientes partes:
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Vértebras. Son los huesos apilados uno encima del otro que conforman la columna vertebral. El cuello aloja las primeras siete vértebras de la columna vertebral.
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Discos. Son almohadillas de tejido pequeñas que se encuentran entre las vértebras. Ayudan a amortiguar y proteger las vértebras y permiten el movimiento de la columna vertebral.
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Médula espinal. Se trata de tejido nervioso que se encuentra dentro de un canal central (conducto vertebral) que forman las vértebras.
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Nervio espinal. Se ramifican desde la columna vertebral y transportan señales al cuerpo.
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Foramen. Son aperturas pequeñas a cada lado de las vértebras. Los nervios espinales y los nervios que estos conforman se extienden desde la columna vertebral a través de estas aperturas y se dirigen al cuello, los hombros, los brazos y las manos.
Discos dañados en la columna cervical
Un problema común de la columna cervical es un disco dañado. Un movimiento repentino puede dañar un disco. Puede hacer que el disco se abulte o se rompa (hernia). Con el tiempo, también puede ocurrir que el disco se desgaste de a poco (degeneración). Un disco desgastado puede llegar a tener muy poco espesor. Por esta razón, las vértebras encima y debajo de este disco entran en contacto o se deslizan de atrás hacia adelante. Con el desgaste de los discos, se pueden formar crecimientos óseos anormales (espolones) sobre las vértebras. Los espolones también pueden aparecer en los forámenes. Esto hace que los forámenes se estrechen (estenosis) y compriman los nervios espinales.
Si el proveedor de atención médica sospecha que tiene un disco dañado, quizás le indique realizarse pruebas para confirmar el problema. Puede ser cualquiera de las siguientes pruebas:
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Resonancia magnética
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Tomografía computarizada
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Radiografías en flexión y extensión
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Electromiografía (EMG)
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Estudios de conducción nerviosa
El proveedor de atención médica colaborará con usted para determinar el tratamiento según sea necesario.
