Los riñones pueden fallar por una disminución del flujo sanguíneo, un daño en los vasos sanguíneos o en las unidades de filtro (nefronas) o una obstrucción de las vías urinarias. Las causas más comunes del daño renal son las enfermedades que afectan a todo el cuerpo, como la diabetes o la presión arterial alta. Las enfermedades que dañan al riñón de manera directa, como la glomerulonefritis o la enfermedad renal poliquística, también pueden causar problemas de filtrado. El daño en los riñones puede durar poco tiempo (temporario) o toda la vida (permanente), según la causa.
Problemas en los vasos sanguíneos
Una enfermedad puede dañar los vasos sanguíneos dentro de los riñones. Como resultado, las nefronas reciben menos sangre y no se puede controlar la presión dentro de los riñones.
Problemas en las nefronas
La disminución del flujo sanguíneo o la presión incorrecta pueden dañar las nefronas. Esto hace que puedan eliminar menos desechos de la sangre. Como resultado, los riñones no pueden mantener un equilibrio adecuado de los líquidos y de las sustancias químicas del cuerpo. Es posible que los desechos regresen a la sangre. O que las proteínas y las sustancias químicas necesarias se pierdan en la orina.
Problemas en las vías urinarias
Un problema en la estructura de las vías urinarias puede tenerse desde el nacimiento o desarrollarse con el tiempo. Puede haber una obstrucción en las vías urinarias en cualquier lugar entre el riñón y el conducto que permite eliminar la orina del cuerpo (la uretra). Hay muchos motivos por los cuales se pueden obstruir. Entre ellos, los cálculos renales, el tejido cicatricial de infecciones previas o una próstata agrandada. Un funcionamiento anormal de las vías urinarias también podría causar un daño en los riñones. Por ejemplo, podría haber reflujo de orina desde el uréter hasta el riñón. También puede haber daños en el músculo de la vejiga que pueden causar retención de orina. Si no se pueden eliminar los residuos del cuerpo, su salud está en riesgo.
